El horizonte que se cierne sobre la cuestión palestina en estos momentos, tanto en su vertiente palestino-israelo-árabe como en la estadounidense- europea es realmente esperpéntico. Por un lado tenemos a la victima que es el pueblo palestino y a dos torturadores desalmados: el presidente de Estados Unidos George Bush y el general israelí Ariel Sharon, que están masacrando impunemente al pueblo palestino.
Por otro lado, tenemos a Europa, absolutamente sometida a la voluntad de Estados Unidos, con unos gobernantes que más bien parecen papagayos perfectamente entrenados a repetir, sílaba a sílaba, las frases surrealistas y soflamas cargadas de rencor y odio, de un presidente, Bush, cuya única preocupación es servir al sionismo y a Israel, cueste lo que cueste, pues es la misión para la cual ha sido colocado en la Casa Blanca, contra viento y marea y de la manera más vergonzosa jamás registrada en la historia de EEUU.
También existe, aunque parece mentira, un tal mundo árabe, cuyos regímenes y ejércitos miran la incesante matanza de palestinos y callan, embargados, en su mayoría, por una desmedida cobardía nacida de su absoluto sometimiento a la Casa Blanca. Estos regímenes, para disimular y por necesidades de su papel en el guión, no repiten las sílabas de Bush sino que las invierten, convirtiéndolas en ataques verbales contra Israel, mientras sus ejércitos protegen, vergonzosamente, a Israel y dirigen sus armas a sus propios pueblos.
En medio de este escenario, en el que el pueblo palestino se enfrenta sólo, pobre, hambriento, usurpada su tierra, humillado, masacrado y desarmado, a la bestia israelí y a todos esos despreciables siervos del sionismo, aquél palestino que no se convierte en combatiente “suicida”, llamado por los sionistas y sus lacayos “terrorista” es, sencillamente, un santo.
Y miren Ustedes que servidor no se espanta ante nada ni le pilla de sorpresa tanta vileza israelí, que es intrínseca a la propia existencia de Israel, al sionismo y a sus siervos, llámese estos George Bush, o Tony Blair. Al contrario, todas estas vilezas, complicidades, cobardías y crímenes han sido presentadas con anticipación, puntualmente, en estos artículos, desde su inicio, cumpliéndose lo que en ellos se vaticinaba, a rajatabla. Y no es que sea una tarea difícil saber hasta donde puede llegar Israel en sus espantosos crímenes, al revés, es tarea muy fácil para quien conoce la mentalidad sionista y la esencia racista de esa ideología, al lado de la cual, las grandes mafias y los regímenes sanguinarios que existen o han existido alguna vez en el mundo, se convierten en cuentos de hadas.
Esperpéntico es el único calificativo posible ante un escenario donde Bush y Powell no cesan de exigirle a Arafat que acabe con la violencia, que detenga a los “terroristas” (siendo Bush, a ojos de la inmensa mayoría de los pueblos del mundo, incluida buena parte de las gentes de Occidente, el terrorista por antonomasia), y que acabe con la Intifada, y todo esto, mientras Arafat está confinado, desde mediados de diciembre, por los tanques de Sharon en Ramalah, sin poder moverse, en una situación de humillación sin precedentes.
Paralelamente a estas exigencias israelíes y estadounidenses, Israel no ha detenido sus crimenes ni un sólo día, llegando a matar a un total de 22 palestinos en el período de las 3 semanas siguientes al llamaiento de Arafat a los palestinos, a mediados de diciembre, para que detengan sus ataques contra Israel y durante los cuales no hubo un sólo ataque palestino de importancia.