LA MONOCORDE PERPETUIDAD DISCURSIVA DEL UNDERGROUND AREQUIPEÑO
Por : Cléver Santibáñez H.

Indudablemente el centralismo puede llegar a agobiar cualquier ámbito del quehacer urbano, infringiendo su tiranía aun en insospechados recovecos como aquel que algunos conocemos como “underground” o simplemente “circuito subterráneo”. Es patente desde siempre el infranqueable distanciamiento de de nuestra ciudad con respecto a la capital (equiparable a la similar figura que se da entre Europa o USA y Lima) y si nos referimos a la cultura subterránea el asunto es bochornosamente notorio.

Específicamente hablaremos del rock subterráneo, de aquel funesto y desagraciado (para algunos) movimiento que surge en el Perú (como en otros lugares) como un ensayo contestatario de inconformes juventudes que excusarán sus ineptitudes y desbandes en el vaho de una supuesta alineación ideológica, ¡nada mas alejado del origen del underground, generado en el horno de la contracultura! ¡como para que Lou Reed, y John Cale se arrepientan de lo andado y Burroughs y Bucowski procuren borrar nombres y títulos de sus lapidas!.
El rock subterráneo arequipeño ha pasado por distintas etapas, desde la candidez de algunos adolescentes pretendiendo ser estrellas de barrio hasta el discurso anarco-subversivo de dizque intelectuales izquierdosos que pretenden hacer de la música para minorías el vehículo para sus consignas(¿acaso igual de ingenuos que los primeros?) , desde la total carencia de técnica y talento hasta el desalmado y dictatorial virtuosismo, desde las buenas intenciones y serias pretensiones hasta la desinteresada y descomprometida (no por ello menos interesante) vanguardia, han dominado el escenario improvisado de la subterraneidad en el transcurso de los años.

Precisamente los años 60’s y 70’s estuvieron plagados de buenas intenciones e ingenuidad, por lo que recién en los 80’s se consolidó (de algún modo) el movimiento underground propiamente dicho; Lima fue representativa para este acontecimiento que, a pesar de su lento progreso, adquirió asombrosamente cierta masividad. Salvando las distancias, Arequipa desarrollo una escena subterránea mas oreada y casi exenta de matices políticos o ideológicos (por lo menos en sus inicios), predominando únicamente la pasión por la música y el afán por la puesta en escena de las incipientes muestras roqueras que brotaban. Hacia finales de esta década y en los albores de los 90’s el rock subterráneo arequipeño experimentaría el tope de su capacidad de convocatoria , con un panorama que pregonaba vertientes agresivas del rock (hardcore, heavy metal, trash, death, etc.) pero que no por ello segregaba a las demás propuestas como el punk o el progresivismo.

El despegue del rock subterráneo tendría lugar en los conciertos llevados a cabo en el desaparecido cine Ateneo y el Teatrín de la Municipalidad en funciones de fines de semana que congregaban a algunos ya legendarios actos como Cuarto Cerrado, Herencia Letal, Radio Kaos o Catedral de Humo, que divulgarían a la comuna el estoicismo del rock producido en esta tierra, hecho en las entrañas de algunos jóvenes que se agenciaban de cualquier modo lo inconseguible en aquellos años, el material básico para una tocada; ciertamente algunos podrán objetar que se denomine a este período como rock subterráneo, pero singularmente en aquel momento cualquier tipo o género roquero (incluso el pop) era marginal y de alguna manera “subterráneo”.

Los tempranos 90’s serian gratos para el movimiento (que aún conservaba frescura honestidad y énfasis), los pequeños conciertos se trasladarían a escenarios mayores como la Concha Acústica del Parque de Selva Alegre - al margen además se realizaban los denominados “genocidios”, recitales de metal que tenían lugar en alguna temporal locación publicitándose a través de volantes y afiches – es entonces cuando el movimiento crece y el público con él, abundan los grupos y no escasean los festivales, concursos (asombrosamente casi siempre contaban con el auspicio de la municipalidad) y también verbenas y fiestas en las universidades, en donde con toda libertad transitaba cualquier género musical, en el mejor de sus momentos se puede hablar de una asistencia de 1000 personas aproximadamente; Herencia Letal, Hexagrama, Cuarto Cerrado, TV 67 y Catedral de Humo, en aquel momento, manejaban a la audiencia con facilidad.

Pronto el apoyo disminuiría, tanto del público como de las autoridades, además los miembros de las bandas perdían interés y se decepcionaban de sus juveniles ilusiones, asestando el golpe final el hecho de que (gracias a esa arraigada costumbre de imitar) se iniciarían hostilidades y marginaciones entre punks y metaleros. La llegada de la televisión por cable, el internet, la globalización y con ellos el mal llamado rock alternativo solo contribuiría a que rebaños de adolescentes se dedicaran a remedar malamente a los héroes de plastilina que veían día y noche en MTV ( y con la plata de sus papis para propiciar el absurdista y oxidado discurso de los “auténticos subtes” de que en otros tiempos la movida tenia un autentico sustento ideológico, contestatario, bla, bla, bla) ; decenas de bandas alucinaban durante seis meses, como máximo, que eran los salvadores del rock en estos lares de sillar, pudiendo apenas rescatar algunos nombres como Irijua Yin, Exilio o Cartoons, con todo, todavía se vislumbraba algo de esa pasión por el sonido y aquel espíritu candorosamente “artístico”.
Hacia las postrimerías de de la década de los 90’s, y con el repentino éxito de los grupos “pacharacos” (léase X Dinero, VR5, Los Duendes, y un largo etcétera) , se da un breve repunte de los conciertos masivos, que ofrecían anecdóticos desarrollos en donde se podían oír desde covers de Vilma Palma hasta esforzadas versiones de Sonic Youth o Jesus and Mary Chain, pasando por reminiscencias – repetitivas y aburridas por veces , pero preferibles al resto de lo ofrecido – de rock and roll clásico a cargo de un par de cumplidoras bandas aparecidas en la segunda mitad de los 90’s Karma y Distorsión; rematando el espectáculo , vomitivos medleys de los éxitos bailables del momento. Temas buenos y malos, memorables y aberrantes, desfilaban en festivales que fácilmente congregaban a 2000 o 3000 individuos ávidos de consumir en vivo las abominaciones radio-bailables de la temporada y que heroicamente se soplaban bastantes bandas que tenían un origen inocultablemente subterráneo (¡que viva la tolerancia!).
En el límite de la década pasada y la actual, y a pesar de los buenos oficios de Radio Panorama (única emisora que apoyaba de un modo u otro a las bandas de rock de Arequipa), los conciertos fueron distanciándose mas unos de otros concretándose finalmente con cierta firmeza los circuitos punk y metal – felizmente ya no enfrentados - el rompimiento es fatídico para algunos géneros que empiezan a languidecer; de estos círculos, seria el punk el que captaría mayores adeptos en los años siguientes.

El punk arequipeño, sin embargo, nunca supo fortalecerse allí donde debía, en lo musical, padeciendo de una crónica obstinación que impide su evolución y trascendencia, y sus integrantes hasta hoy se llenan la boca con proclamas y teorías que apenas comprenden ( porque generalmente no corresponden a nuestra realidad) refugiándose únicamente en el punk con el propósito de ocultar su estrechez de pensamiento y su cuadrada visión del rock, no es casualidad que el punk arequipeño sea paso obligatorio para cualquier chibolo que se cree maleado, fuma marihuana, chupa como descosido y le roba plata a sus viejitos para ir a los conciertos y oír a los roqueritos que desgañitan sábado tras sábado en cualquier local de mala muerte “el sistema me apesta”, “muera la sociedad ”, “fuera alienado de mierda” y un sinfín de clichés que han memorizado entre resaca y resaca; luego bajan del escenario y celebran su hazaña intoxicándose con sus amigos y novias. ¿Saben estos señores quienes fueron los Stranglers? ¿Han oído Damned?, ¿Se habrán enterado que John Lydon formó PIL y Clash muto en BAD? ¿Creerán que Black Flag es un insecticida y los Death Kennedys son los finados del extinto ex-presidente americano? ¿Alguna vez dejarán de tomarse mutuamente como referencia e influencia?.

El metal solo agoniza, larga y dolorosamente, los metaleros de la “vieja guardia” prefieren morderse la cola y, espantados porque cualquier canción de Cradle of Filth o Marduk puede ser fácilmente opacada por el peso del infame New Metal, regresan a sus orígenes heavy metal o hard rock, o dan un paso al costado y se refugian en el insufrible (casi siempre) power metal de la actualidad. Nuevos adeptos casi no hay (y los pocos resultan ser mas marginales que nunca) y sus concierto son precisamente un himno a la segregación. (¿Alguien dijo apertura? gracias Chaska).
Peor aún , nuevos rebaños de púberes balan en algunos eventos lo que los canales mass-mediáticos les han inducido por cada orificio de su cuerpo, de modo que estos críos, juran que Linkin Park, Incubus, Limp Bizkit, Il Niño o por otro lado Coldplay, Blink 182, Lit o algún otro ingenioso título (lo único ingenioso que se puede encontrar en estos grupos) son la maravillosa aparición mas grande en la historia del arte musical, y los emulan - eso si ahora con mayor dedicación porque la tarjeta de crédito de papá compra mejores instrumentos, pedaleras, profesores de música y hasta la ropa interior de sus titerestrellas – descaradamente, sin importar identidad y/o personalidad al punto de pasar horas frente al espejo para igualar en el escenario los diestros movimientos de sus ídolos, para colmo el respetable aplaude a rabiar la payasada, como para elevar el alicaído ego de estos niños.

Finalmente, y felizmente el reducido paisaje under arequipeño se ha visto enriquecido con la incursión de actos sumamente interesantes (aunque algo inconstantes) como, El Divino Juego del Kaos, Los Erizos (ya desaparecidos) Interruptor Cucaracha (ídem), Quilluya (¡al fin la electrónica en AQP!) y recientemente Sicalipsis, L-Ror o Rhagoletis Fractal; quedando en la medianía – pero se agradece su presencia pues dan variedad al asunto – Fobia, Rollin’ Bates, Materia Descompuesta, Orquidea, Jordania , Ironición y K.WI.D entre otros que parecen tener ahínco e intención pero que sobre todo han venido a oxigenar el ya irrespirable aire del circuito subterráneo en Arequipa.

Es pues, como decíamos al inicio, evidente el hecho de que nuestra ciudad difícilmente se acercará a la realidad capitalina en donde se da cabida incluso las propuestas mas arriesgadas, existiendo un publico consumidor para ellas, además, como era lógico, se hacen mas frecuentes los conciertos y festivales abiertos (open mind) a cualquier género congregando impensables multitudes, que no solo toleran, sino que han aprendido a descifrar géneros ajenos; el resultado es gráficamente apreciable y deviene en un mayor beneficio para todos, artistas y publico.

Ni que decir de escenas extranjeras en donde se han logrado representativos circuitos independientes que cuentan con todo un aparato promocional y propias disqueras que no pocas veces han trascendido mas allá de lo esperado. Lima da pasos lentos – ójala seguros también – ¿Por qué las provincias parecieran ser indiferentes espectadores? , es cierto, el centralismo afecta inclusive en este sentido (instituciones culturales, gubernamentales, presupuestos, etc., todo se concentra en Lima); pero la consigna es materializar un circuito indie y para ello la opción mas viable es la apertura y no el sectarismo, la tolerancia versus el repudio; el rock al fin y al acabo es una expresión artística ( al menos eso pretende ser) cuya descripción estética puede o no contener un sustento ideológico pudiendo también limitarse a ser un canal de desfogue o manifestación personal individualista, e incluso ser sencillamente el marco de un divertimento bien intencionado o un experimento inaccesible ¿por que no? El rock es arte (y no el ámbito de vano entretenimiento que nos dicen los medios) ni mas ni menos y, aunque no lo quieran creer, también lo es el rock subterráneo.

extraido del Foro de la revista 69 "Rock interprovincial"

http://miarroba.com/foros/ver.php?foroid=139213&temaid=1013424&pag=3

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